Nota: tomado de Guillermo León Samboni, periodista.
Este es el avión HK-3951, perteneciente a la empresa Aires, en el que fue secuestrado el 20 de febrero de 2002, el senador Jorge Eduardo Gechem Turbay, quien lo abordó para dirigirse de Neiva a Bogotá.
A los pocos minutos de haber despegado del aeropuerto de Neiva, un comando armado de las Farc, tras encañonar a la Piloto del avión Dorian Yaneth Ospina Ramírez, y a la tripulación obligó el desvió de la ruta del avión y dirigirse al sur del Huila, obligando a la Piloto a aterrizar en la ruta 45 en un tramo de la entrada norte del municipio de Hobo.
El tramo donde aterrizó el avión que ahora le llaman el “Aeropuerto Teófilo de las Farc” es de 400 metros de carretera cuando normalmente según los técnicos se requieren 1.200 metros de pista, para el aterrizaje de una nave de esta categoría.
Tras el aterrizaje del avión que fue absolutamente normal, los guerrilleros bajaron de la nave el senador Gechem iniciándose el secuestro del político huilense, que duró más de cinco años.
Hoy la Justicia Especial Para la Paz, ha llamado a declarar sobre este hecho a la entonces piloto del avión Dorian Yaneth Ospina Ramírez, para conocer aspectos técnicos de este secuestro, que es considerado uno de los más espectaculares del mundo.
Aquí la noticia de la época, publicada por el Periódico el Tiempo
Antes de este, hubo dos episodios de secuestros aéreos en los que las Farc estuvieron vinculadas, pero nunca con responsabilidad directa del secretariado. El primero sucedió el 8 de septiembre del 2000, cuando el guerrillero preso Arnobio Ramos era conducido en un avión a la cárcel de Florencia. El subversivo consiguió hacerse a una pistola y terminó desviando la nave hacia el Caguán, donde finalmente huyó.
El segundo, ocurrió el 30 de enero del 2001, cuando alias Christian utilizó un avión de Satena que venía de San Vicente del Caguán para desertar de la guerrilla.
El de ayer es pues el primer secuestro aéreo de las Farc, ya que el famoso plagio del fokker de Avianca de 1999 fue autoría del Eln.
Un plan milimétrico.
El desvío del avión de Aires, que paradójicamente se convirtió en el puntillazo final que obligó al Gobierno a dar por terminado el proceso de paz, estuvo planeado de forma milimétrica.
La aeronave había arrancado aproximadamente a las 7:30 de Florencia con cinco pasajeros, y aterrizó en el aeropuerto Benito Salas, de Neiva, a las 8:10 de la mañana. Allí se subieron 25 personas más.
Diez minutos antes de que la nave tocara tierra en la capital huilense, una fuerte detonación sacudió al casco urbano de Hobo, municipio distante a unos 40 minutos de Neiva. Los habitantes se refugiaron de inmediato en sus viviendas temiendo un ataque de las Farc.
Pocos minutos después, se constató que la explosión había volado el puente militar sobre el río Neiva, a 3 kilómetros de este municipio que no tiene estación de policía.
Casi simultánea a la voladura del puente, guerrilleros del Frente Teófilo Forero de las Farc, aserraron varios árboles y los atravesaron en la carretera que une a Neiva con Hobo y todo el sur del departamento.
Así las cosas, cuando a las 8:40 el avión despegó de Neiva hacia Bogotá, cargado con 30 pasajeros y 4 tripulantes, pudo ser desviado fácilmente hacia Hobo. La carretera bloqueada por los árboles le permitió aterrizar sin mayores riesgos, y el puente dinamitado impidió que pudiera llegar ayuda de la Fuerza Pública.
Según los primeros informes de las autoridades, el desvío de la nave lo hicieron cuatro guerrilleros que tomaron el vuelo en Neiva camuflados como pasajeros. Los cuatro tiquetes fueron expedidos a nombre de Jairo Castro Alvarez, Fabiola Cardozo, Ana Milena Gutiérrez y Leonel Yara.
Las armas cortas con que intimidaron a pasajeros y tripulantes tres minutos después de haber decolado el avión, fueron introducidas por las mujeres quienes las portaban en sus vaginas envueltas en papel carbón y en condones.
Iban por Gechem.
Según el pasajero Daniel Mauricio Díaz, uno de los subversivos apuntó su arma hacia la gente, mientras el otro entró a la cabina a indicarle a la piloto, capitana Dorian Ospina, que debía desviar la aeronave. Las dos guerrilleras permanecieron en sus asientos.
El senador Jorge Eduardo Gechem Turbay, metió su cabeza en el periódico que leía, como para pasar inadvertido. No se movió, ni dijo nada.
El aterrizaje fue el momento de mayor zozobra por tratarse de una maniobra de emergencia. El impacto contra el pavimento fue fuerte y seco.
De inmediato las puertas del avión se abrieron y llegó la orden. Salgan rápido, rápido y empiecen a trotar , dijo uno de los hombres.
Acto seguido lo tomaron por la parte de arriba de la camisa y lo jalaron, sin brusquedad, hacia la salida del avión.
Abajo había 20 subversivos, que estaban en 2 camionetas. Cuando todos los pasajeros estuvieron en tierra, las dos guerrilleras que venían en el vuelo y que no se habían descubierto, abordaron uno de los vehículos, pero antes recibieron un fusil cada una. Luego, varios hombres montaron a Gechem en el otro y salieron rumbo al sur, no sin antes disparar varias ráfagas al aire.
Veinticinco minutos después de la huida, llegó el primer avión fantasma a reconocer la zona. Media hora más tarde desembarcaron las tropas del Ejército y de la Policía.